jueves, septiembre 21, 2006

Cuadernos desde el subsuelo

Próxima estación y lo triste que es ver las hojas caer.
Me pone de mala leche porque me doy cuenta de todas las cosas que se me han olvidado o simplemente no me ha dado la gana hacer en el verano. En definitiva vuelvo a lo de siempre. Ya he repatriado la manga larga y he cambiado la canción del verano por las mejores de Sinatra… esas que, como Under My Skin o New York New York, encienden el día más gris (en alguna ocasión tengo que hablar largo y tendido de Frankie ojos azules).

Sería bueno poder hacer un flashback como en las películas. Me trasladaría al momento en que decidí escribir este cuaderno en viaje. Estaba en el metro de Madrid por la estación de Cuatro Caminos. A mi lado dos chicas recién salidas de su primer día de instituto, en frente un hombre durmiendo en el asiento y al otro lado una embarazada que hablaba con la que parecía ser su madre. Si uno no lleva MP3 ni periódico ni nada está vendido a las conversaciones de los demás.

Me llaman la atención las personas que son compañeros de viaje por un rato en un vagón. Les miras, te miran, casi hay una entrevista sin palabras. Aquel día cerca de Cuatro Caminos me enteré de que aquellas chicas habían batido records de conquistas veraniegas, que a aquella embarazada le había dejado su marido en su último mes de gestación y que el hombre de enfrente tenía un sueño muy profundo. Y me pregunto: ¿cuántas historias y personajes debe haber por los rincones de los metros del mundo?

Antes de documentarme siempre había escuchado que el metro de Moscú tiene lámparas de cristal en los techos y cuadros en las paredes, que el de Roma no es más grande porque no se puede excavar más o que el de Tokio es famoso porque al cerrar las puertas unos señores te meten a presión en el vagón abarrotado. No saben la de curiosidades que uno puede encontrar en los metros del mundo. Para empezar, unos datos ilustrativos sobre los kilómetros de las distintas redes de metro:

  1. Londres 415 km
  2. New York 368 km
  3. Tokyo 292.3 km
  4. Seul 287 km
  5. Moscú 265.2 km
  6. Madrid 226.5 km
  7. Paris 212.5 km
  8. Ciudad de México 201.7 km

El primer metro del mundo se construyó en Londres (Metropolitan Railway) [http://.tube.tfl.gov.uk/] en 1863 con una longitud de seis kilómetros que recorrían trenes de vapor. Hoy es el mayor metro del mundo con 309 estaciones y 886 millones de usuarios por año.

Años después aparecerían nuevos ferrocarriles metropolitanos como el de Nueva York (1869) [http://www.mta.nyc.ny.us/subway/index.html], Budapest (1896), el de París (1900) [http://www.ratp.fr], el de Madrid (1919) [www.metromadrid.es], el subte de Buenos Aires (1913) [http://www.metrovias.com.ar/spa/home.asp] o el de Moscú (1935).

El Московское метрополитен (metro en ruso) es conocido en Moscú como El Palacio Subterráneo ya que en las estaciones uno puede encontrar desde cuadros en las paredes, alfombras, vitrinas con figuras de porcelana, estanterías de bibliotecas y hasta lámparas de cristal en el techo. Para situarse la voz de un hombre indica qué trenes van dirección al centro y la de una mujer los que se alejan. Al cabo de un año por la red de suburbano de Moscú circulan 3200 millones de personas, lo que hace que sea el más utilizado del mundo.

En nuestro recorrido por metros del mundo podríamos hablar de otros tan exóticos como el de Pyongyang (Corea del Norte), el de Ciudad de México (el más barato del mundo), Tokio, Sydney o San Petersburgo (con músicos en el vagón amenizando el trayecto).

Sin duda creo que si uno quiere conocer realmente una ciudad debería entrar en su metro y tener una de esas entrevistas sin palabras con los “compañeros de viaje por un rato”. Eso fue lo que tuve que pensar en otro vagón ya lejano a la estación de Cuatro Caminos cuando decidí hablar del metro la próxima vez que escribiera en este espacio.

En aquel momento mi entorno era completamente diferente, otros compañeros de viaje habían aparecido y los de antes lejos estarían ya. El metro salió al descubierto y sus viajeros fuimos vomitados del subsuelo de Madrid dando de lleno a la Casa de Campo. El día gris me devolvió a la realidad del septiembre que nos ocupa y, aunque traté de cerrar los ojos, fuera del subsuelo no pude olvidar lo triste que es ver en otoño las hojas caer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente cierto lo del metro de Moscú. Lo visité hace dos años y es increíble pasear por sus estaciones. Acabamos más de dos horas de estación en estación y hasta encontramos un cuadro de Van Gogh.