Casi un año y dos meses después me reafirmo en lo que dije: 'vivo cantando' y cada semana encuentro nuevas canciones que mejoran las de la anterior. La cuestión es que hace varios días un buen amigo mío me preguntó así, sin más, sobre cuál sería la canción que me gustaría que me pusieran el día de mi entierro. La pregunta, macabradas aparte, se las trae y el caso es que me dio qué pensar.
¿Qué canción pondría en mi entierro? Sólo una canción para despedirse... Total, tampoco creo que la fuera a escuchar porque si es mi entierro digo yo que estaré muerto. Sí, pero ¿qué canción resumiría toda una vida? Nada, nada, que este amigo con esa pregunta ha hecho que ya le esté dando vueltas a la cabeza y haya abierto hasta en tres ocasiones la carpeta de 'mi música' para echar un ojo a ver qué me convence más.
Esto no es como el que elige un par de zapatos o la corbata que se va a poner en fin de año. Ni siquiera puede compararse a la elección del mejor ordenador en la tienda de informática. Aqui no hay ticket, tampoco atención al cliente ya que no se compra ni se vende absolutamente nada (derechos de autor aparte que la cosa está muy malita y son capaces de llegar al funeral con el canon en la mano).
Una canción para un funeral como un anillo para gobernarlos a todos. No vale salir por la tangente y decir eso de que sería imposible elegir una sola canción o que en los funerales no se pone música.
Esta que me gustaba tanto de pequeño; mejor la que me recuerda a este momento; tal vez aquella en la que no paraba de repetir el estribillo... No hay manera, resulta casi imposible elegir sobre el resto una sola canción.
Y así llevo varios días. Creo que he acotado la elección a unas pocas entre las que están Eric Clapton o Tom Waits. Supongo que la semana que viene añadiría unas pocas más en lo que empieza a convertirse en "el disco de mi vida" más que en "canción de funeral". De cualquier forma este experimento me ha servido para darme cuenta de que casi un año y dos meses después me reafirmo en lo que dije: 'vivo cantando'.
martes, abril 29, 2008
sábado, abril 12, 2008
La flor alemana y las lágrimas azules
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Nueve y veinticinco de la noche del 10 de abril de 2008. Todo Madrid y algo más de media España ha debido dar un salto frente al televisor. Cosmin Contra recibe un balón en banda derecha, se va de tres alemanes y desde la frontal del área dispara a la portería defendida por el viejo Khan. Los años pesan para el portero y el balón besa la red con rabia contenida. El Getafe CF está cerca de las semifinales de Copa de la UEFA eliminando al gigante Bayern de Munich.
En ese momento salto del sillón con los brazos en alto, me abrazo con mi padre, también le doy una palmada en la espalda a mi hermano y en la calle se oye una garganta que mañana estará afónica. Es la grandeza del fútbol. La posibilidad remota que se da una vez cada un millón de que el pequeño venza al grande; de que los periódicos vuelvan a desempolvar el titular de "David contra Goliat"; de que soñar deje de ser algo exclusivo de unos pocos.
La noche empieza bien. Luego se volverá más triste. A dos minutos del final esa flor alemana, que no me atrevo a decir muy bien dónde la tienen clavada, ilumina al francés Ribery y, como ya hizo en el último mundial, nos vuelve a hundir las ilusiones en un momento. Prórroga. "Están cansados y no van a poder aguantar el ritmo". El Getafe marca dos goles casi consecutivos. Alegría, euforia, son los más grandes. No soy de Getafe pero olé sus... A cinco minutos del final vuelve a aparecer la fortuna alemana. Esta vez ilumina al arlequín Luca Toni que manda callar a las gradas del Coliseo.
Me he prometido una y mil veces que no voy a sufrir con el fútbol. Esta vez no he podido. ¡Lo del Getafe es muy grande! Para quitarse el sombrero y aplaudir. El fútbol es injusto en ocasiones pero tal vez esa imposibilidad de predecir un resultado haga su grandeza.
El Getafe también ha traído recuerdos de ese Rayo Vallecano, hoy perdido en la Segunda División B que hace años paseó por Europa, o de ese Deportivo Alavés que cayó frente al Liverpool haciendo historia.
El Bayern también los trae, nunca se cerrará la herida de aquella Copa de Europa perdida por el Atlético de Madrid aquel 15 de mayo del 74 en los últimos segundos.
La noche del 10 de abril de 2008 me fui a la cama con cierto malestar. No soy del Getafe pero tengo mucha simpatía por ese equipo y creo que sufrió uno de los peores castigos que el fútbol te puede devolver. Los días han ido pasando y las ideas han ido reposando. El Getafe puede hacer historia el próximo miércoles ganando al Valencia en la final de la Copa del Rey. Tal vez el fútbol se lo deba, aunque está visto que éste no entiende de deudas. Por ser injusto e impredecible, tal vez por eso hay que decir: ¡Qué grande es el fútbol!
viernes, abril 04, 2008
Re-encuentro generacional: Star Trek
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Con estas palabras finaliza la serie "Star Trek: Enterprise", sin duda una de las series más logradas que se han podido producir sobre la mítica saga galáctica que desde 1966 acercó el universo a los televisores de todo el mundo.
Atrás quedan cuatro temporadas de, aproximadamente, 22 capítulos cada una que volvieron a desempolvar las orejas de vulcano, los teletransportadores o la mítica nave Enterprise entre otras características propias del mundo trekie.
Star Trek: Enterprise no fue una apuesta fácil a la vista de los desastrosos resultados de audiencia que experimentaron las últimas temporadas del precedente televisivo: "Star Trek: The New Generation", "Voyager" o "Deep Space Nine". Sin embargo la decadencia del fenómeno Star Trek viene de lejos, concretamente desde 1982, momento en que salió a la luz el segundo largometraje de la saga "La Ira de Khan".
Los siguientes largometrajes producidos entre 1984 y 2002 han recibido distinta acogida del público en las salas pero nunca volvieron a tener la proyección que prometía la serie original (aquella de uniformes rojos, amarillos y azules y tres temporadas entre 1966 y 1969 que pegaron al público a sus pantallas). Tal fue el éxito de "Star Trek: The Original Series" que el nombre de una de las primeras lanzaderas de la NASA reza "Enterprise" en su fuselaje.
Habrá gente que considere Star Trek como un producto acabado, un fracaso, algo friki o tantos otros tópicos que se asocian de forma indiscriminada y desigual a multitud de películas de ciencia ficción. Al césar lo que es del césar y a Star Trek sería injusto no reconocerle el mérito de abrir una puerta a la ciencia ficción al espectador televisivo mucho antes que los Darth Vader y compañía llegaran con sus sables láser.
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Star Trek Enterprise es el último intento de llevar a la pequeña pantalla los personajes de orejas puntiagudas. Supone la enésima reinvención de un producto que, como todo antes o después, acaba por agotarse. Sin embargo siempre habrá dos momentos que no me canso de ver y que quedarán grabados especialmente en mi memoria sobre esta saga.
El primero se sitúa en el final de la película "Aquel País Desconocido" de 1991 cuando la Entreprise, completamente destrozada tras una batalla, vuelve a casa en su último viaje. Considero que es el cierre del ciclo más brillante de Star Trek.
El segundo es el último capítulo de la cuarta temporada de "Star Trek: Enterprise" titulado "Estos son los viajes", mítica frase de cabecera de la serie. Al final del todo se hace un collage de imágenes de las distintas sagas de la firma trekie. Considero que es el final de una serie que ha acompañado a generaciones de espectadores y que supone un punto y aparte dentro del universo Star Trek. Nadie sabe qué llegará ahora pero nunca volverá a ser como antes. Este capítulo está cerrado. Y la voz del capitán Archer recuerda en tono solemne el himno que siempre ha representado a la serie. Las palabras suenan a despedida mientras el Enterprise se pierde en el horizonte.
"To boardly go when no oder man has gone before"
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