Ahí estamos, como luciérnagas ciegas.
No nos damos cuenta, en muchas ocasiones, de la luz propia que desprendemos. En medio del océano; un barquito pequeño; marineros sin norte; marea creciente; cielo sin estrellas; viento sin velas; huracán; olas que infunden respeto; siembra la duda; crece el temor. Tal vez no vuelva a ver amanecer mañana. Todo se diluye en la oscuridad.
Apareces tú. Un tronco que flota al que agarrarse; un motivo para alzar la vista; puede haber horizonte; tal vez una estrella; el barco es pequeño pero fuerte; viento a favor; un posible rumbo; velas alzadas; sin temor, adelante; océano pacífico. Mañana será un gran día. Brillamos en medio de la oscuridad.
Todo se funde. De repente somos agua; somos viento; somos barco; somos como corsarios navegando por los dos mares de luz y oscuridad. Cruzamos de uno a otro a través de cascadas de claroscuro inventándonos a nosotros mismos en cada viaje. Somos luz. Somos sombra. En silencio navegamos con la brisa.
Ahí estamos, como luciérnagas ciegas.
viernes, enero 04, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario