Querido amigo, siempre es complicado retomar el contacto después de tanto tiempo. Más si cabe después de un enfado y de una tremenda decepción. Pero aquí estoy, dispuesto a intentarlo, aunque si algo he aprendido es que a veces no hay que hacerse demasiadas ilusiones.
¡Pero qué cojones! Lo primero es lo primero. ¿Cómo estás? ¿Qué tal te va la vida? Veo que tienes las mismas ojeras de siempre, por lo que imagino que sigues sin conseguir acostarte a una hora decente. Tal vez algo más de barba y unos ojos que siguen diciendo más de lo que te gustaría que dijeran. Pero esto no siempre es certero, de hecho pocas veces los espejos suelen decir la verdad.
Por allá afuera sigue lloviendo igual. La gente sigue a su rollo y la realidad es que muchos miran pero pocos ven. Ya te dije que nunca fue bueno hacerse demasiadas ilusiones. Entretanto continúa la convivencia entre hipócritas, presuntuosos, gilipollas, engreídos y seres varios que están dispuestos a hacer de todo por llevar la razón. En el fondo es como una epidemia de la que resulta complicado no contagiarse en algunos momentos. También hay otras personas que ayudan a creer que otra forma de ver la vida es posible. Pero ya sabes que de esas escasean.
Aunque pienses que ya ha pasado, la crisis sigue arreciando con fuerza. Los días pasan y de algún modo sigo contando los minutos que faltan para mandar a alguien a la mierda por hacernos pasar este mal trago. Todavía no sé muy bien a quién. Creo que mi gozo quedará en un pozo porque ningún presidente, ministro, empresario, jefecillo o currito de rr.hh. representará un blanco sobre el que descargar toda mi ira. Sé que me entiendes, este sistema no va conmigo, han tratado de joder las ilusiones profesionales de toda una generación con el "todo vale". Alguien merece ser despreciado por ello pero, como en los buenos crímenes, no hay sospechosos ni testigos.
Por lo demás allá afuera el mundo sigue como siempre. Los políticos con sus trapos sucios; los ecologistas con el fin del planeta; los de la ETA sin rumbo y sin sentido; los curillas dando por saco; los sicarios en sus guaridas, los críticos en la sombra, la familia bien, gracias y los del Atleti sufriendo para variar. No te voy a engañar, a veces te envidio por haberte marchado, aunque sigo pensando que no fueron las mejores formas. Podrías haber avisado, tal vez podrías haberme engañado o haberme dado una explicación, por difícil que hubiese sido haberla creído.
Pero tras todo este tiempo, la realidad es que aquí estamos frente a frente en este preciso momento. No es que no nos hayamos visto en todo este año. Pero siempre han sido miradas de refilón, sin compromiso, repletas de reflejos y distorsiones. Miradas vacías. Porque tu mirada sigue siendo la que más me cuesta aguantar.
No te voy a pedir que vuelvas, ni lo pienses si quiera. Mi orgullo y testarudez me lo prohíben. Ya dije al principio que sólo pretendía retomar el contacto. Supongo que tú sabrás lo que te haces, si eres feliz en tu destierro y si tienes pensado volver algún día. Ya te he contado a grandes rasgos cómo están las cosas y a partir de aquí tú decides y tú sopesas lo que te conviene. Reconozco que volver no será fácil, nunca lo ha sido y posiblemente no lograríamos entender las cosas si empezaran a serlo.
En cualquier caso, tengo que dejarte que se me hace tarde. Ha estado bien hablar contigo después de tanto tiempo sin hacerlo. Te diría que apagues la luz cuando te marches pero sé que al final la apagaremos al mismo tiempo. Lo dicho, cuídate y déjate ver de cuando en cuando.
Un fuerte abrazo, querido amigo.
viernes, octubre 30, 2009
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